Hípicos de Chinandega
El mes de julio es de festejos en Chinandega, se celebran las fiestas patronales en honor a Santa Ana, y una de las más fuertes actividades es el desfile hípico que recorre las principales calles de la ciudad.
Un buen número de montados se espera este año, luciendo bellos ejemplares pura raza, arribaran a esta ciudad occidental, jinetes con sus caballos procedentes de toda Nicaragua.
Celebremos juntos los Hípicos en honor a Santa Ana
Historia
Decir Chinandega antigua, es volver a las fechas aquellas de ciudad sin luz, donde los timbaleros en aquellas noches oscuras, abríase paso con sus resonantes pregones de jucos y chirimías, visitando desde que empezaba el mes de Julio, casa por casa donde las matronas los recibían con chicha de maíz, ayotes y gofios al estilo de la Purísima, pero aquello bajo la mirada curiosa de un centenar de muchachos del barrio, que bailaban también rodeando a la hermosa gigantona.
Las carreras de cintas organizadas por la señora María de Jesús García consistían en que a la orilla de la acera de su casa se levantaba un gran tambo parecido al que confeccionaban para palcos en las corridas de toros del Calvario en las fiestas de Jesús, lucían trajes vistosos o a cual mejores las candidatas a reina de la simpatía obrera de las fiestas patronales y mujeres hermosas con sus senos levantados en aquella hermosura de mármol, dejaban ver claramente la cinta de color que ostentaban con su nombre y que debían prender en el pecho del jinete que acertaba ensartar la argolla prendida de un cordel y que correspondían en número al que la muchacha tenía en la mano.
Eso era alegre puestos que los corredores y guiadores del caballo, corrían y corrían embadurnados en sudor y cuando la argolla no la ensartaban con el puntero, pues se la llevaban marañistamente con el dedo, pero el Juez decía no vale y a correr más y más.
Las viejas campanas de la Iglesia Santa Ana daban las señales de que los días señalados a la confirmación iba a comenzar. Los padrinos y muchacho huraños se reunían en aquellos corredores de donde el padre Andara, para que el señor Obispo les echara la bendición.
Santa Ana es el barrio más antiguo de Chinandega, data desde que Vivían nuestros aborígenes y luego al llegar los españoles fue agrandada unas pocas cuadras más…
Construcción del Templo
En cuanto a la construcción del templo de Santa Ana, se sabe que Fray Lázaro Lamadrid, desde mediados del siglo XVII, presume que el templo comenzó a construirse rústicamente desde mucho antes del año 1530; por su parte el cronista y observador naturalistas, Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando visitó este lugar con el objetivo de conocer al Cacique Agateyte, este ya gozaba de fama por su inteligencia y bravura.
A mediados del siglo XVII estuvieron al frente del Templo Santa Ana, los misioneros Franciscanos, que se establecieron en toda la región occidental de Nicaragua, ellos construyeron un convento en los predios aledaños al templo de Santa Ana y hasta una cinco décadas atrás, se podían ver vestigios del enladrillados de dicho convento, ubicado en la esquina nor-oeste de los terrenos del templo que cubre una manzana entera.
Otro dato interesante de su antigüedad, y de la misma imagen policromada de bulto, que ocupa el camerino central del altar mayor, es el hecho de la corona de plata maciza con piedras preciosas, que luce en sus días de fiesta, fue regalada de acuerdo a una inscripción que tienen, en el año de 1604, por un Capitán de la Marina Española.
“La denominación parroquial dio mención propia al poblado, con nombre y apellido: Santa Ana de Chinandega, para distinguirlo de Santa Ana de El Salvador.
Libro de Historia de Victor Nissing
“Los descubrimientos de Fray Lázaro Lamadrid, indican que fue a mediados del siglo XVII, la edificación de nuestro Templo parroquial, cuya única Torre de campanario al lado derecho, era piramidal, según dibujos antiguos, esta torre sucumbió con el sismo de 1895, conocido como El Temblorón».
Las fiestas de Santa Ana
La fiesta de Santa Ana se remite al novenario, la Función el propio día 26 de Julio y su Procesion por la tarde, a lo interno del Templo se celebra la Octava de Santa Ana, ocho días después, aunque generalmente el cura Párroco lo hace el domingo más cercano a los ocho días.
El juego de Banderas de Santa Ana, la integraban 24 banderas rojas y amarillas con una corona en medio, estas acompañaban todo el trayecto de la procesión el 26 de julio. A la entrada después del recorrido, se ponía una mesa en la puerta mayor donde colocaban a la imagen.
Para el día de la Pitada de Santa Ana, portaban banderas de papelillo con adornos picados en forma de dibujos y flores, tenían el encuentro a media cuadra de la casa del Mayordomo, eran recibidas por la Comitiva de Protocolo que también portaban banderas y los tambores clásicos de Santa Ana, entre ellos recuerda a unos señores, como Miguel a quien le apodaban “Menguen”, a Manuel el “Mudo” – que realmente adolecía del habla – y a Pedro “Cajon” que tocaba el pito. Este pobre ciudadano había padecido de “Chifladora” que le deformó el pecho, además que tenía una joroba que le daba un aspecto fantasmagórico.
Ese día de La Pitada se hacían intercambios de regalos entre el Mayordomo, las Priostas, Tazacualas, lo que hacia la forma sorpresiva mediante un recorrido con música de Mandolina y Guitarra, llevando en una bandeja, una hermosa Cajeta de Leche o de Zapoyol envuelta en papel celofán de vivos colores amarrada con un lazo, además de una bebida Gaseosa (Chibola) o (Chicha), también iban tres abanderados, al entregar el Motete, habían aplausos de todos los presentes.
Señala la apreciada niña Abigail, que el novenario en honor a la Santa Patrona, se iniciaba con el encuentro entre la imagen de Santa Ana y la Virgen de los Ángeles que venia de la ciudad de El Viejo, ambas acompañadas de gran cantidad de pueblo; el Tope se hacía en la Finca llamada La Porfía, propiedad de Don Manuel Villanueva; el Cura Párroco iba con todas las Asociaciones de Santa Ana, con mucha devoción.
Al respecto la niña Abigail declaró que un día antes de la función entraban a la ciudad, las caballerías provenientes de Cosigüina, a quienes se le unían otros jinetes que procedían de las Comarcas La Bolsa, La Mora, La Grecia y parte sur de la ciudad, más de 200 caballos hacían el recorrido por la ciudad, abrazados los jinetes, pero sin ánimo de competir únicamente en señal de alegría y fraternidad por las fiestas Patronales. Parte de las alegrías eran: Las carreras de encostalados, la vara Encebada, el Chanco Lucio, Carreras de Cintas en Bicicletas o a caballos, el reventar de El Castillo y la Muñeca encoheta.